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Recuerdos de un elfo exiliado

zoyghoul

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Lección de tiro


- No sueltes la flecha. Simplemente déjala volar.

Ramatriste corrigió la postura del joven bosmer, elevando el codo del brazo que sujetaba la cuerda del arco.

- Vacía tus pulmones. No pienses en acertar en el blanco. Sólo deja que la flecha llegue hasta él. – susurró el maestro.

Zoyghoul observó como el corpulento jabalí arrastraba el morro entre las raíces de un árbol centenario, en busca de alimento. El elfo cerró los ojos un instante y el bosque entero pareció enmudecer. Podía oír con claridad cómo se aceleraba su corazón y le asaltó el temor de que todo Vallenwood fuera capaz de escuchar los latidos. Al abrir de nuevo los ojos, tan solo existían él y su presa. El jabalí alzó su gran cabeza olisqueando el aire. Sus miradas se encontraron.
La flecha silbó hasta atravesar la gruesa piel del animal con un violento chasquido. Zoyghoul bajó lentamente su arco mientras el jabalí trastabillaba en un tardío intento de escapar y caía de costado, abatido.

- Es así como ha de hacerse.

Ramatriste, el veterano cazador, no parecía más complacido que si hubiera visto a una ardilla cambiar de rama, pero viniendo de él, esas palabras, se convertían en un elogio apasionado. Zoyghoul se volvió hacia los demás elfos, satisfecho.
Una docena de jóvenes aprendices se acercaron para felicitarlo, palmeándole en la espalda, o revolviéndole el pelo. Una de ellos, una hermosa elfa de ojos esmeralda, aprovechó el alboroto para susurrarle al oído:

- Lo has hecho bien ¿Vendrás esta noche?

Dulce sonrió satisfecha al observar como las mejillas de Zoyghoul enrojecían sin remedio ante todos los presentes. Cautivado por esa sonrisa, el elfo supo cómo debió sentirse el jabalí justo antes de caer.

- ¿A qué estás esperando?- interrumpió Ramatriste- Alimenta a tu familia.

Zoyghoul aún tardó un instante en recobrarse. Luego, saltando entre la maleza, corrió feliz a cobrar su presa.

- ¿Crees que vas a poder hacer esto tú solo, pequeñajo?

Uno de los elfos, más alto y atlético, pasó corriendo junto a él. Aunque Zoyghoul aceleró el paso en un vano intento por alcanzarle, al llegar al animal abatido, el otro ya casi había amarrado las patas con una cuerda.

- Es mío, Diron- dijo Zoygoul- Fue mi flecha la que protegió el bosque.

- ¡Bah! Un disparo afortunado. Y’ffre te ha sonreído esta vez. Aunque por lo visto, no ha sido la única en hacerlo hoy.

Zoyghoul saltó sobre su amigo con la intención de derribarlo, pero Diron, apenas sin esfuerzo, volteó por encima de sus hombros a su atacante haciéndole caer de forma aparatosa. No en vano el elfo era uno de los más prometedores guerreros bosmer. Diron no pudo contener la risa.

- Levántate y ayuda, protector de los bosques. O por los divinos que vas a cargar con esto tú solo.
 
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Varelys

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Saludos:

Excelente relato corto. Es de agradecer un poco de literatura sin dudas, hosquedades o tensiones de vez en cuando.
 
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ViToLaS

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Una historia, bien escrita, narrada y puntuada en condiciones, da gusto leerla... Empece por leer el hilo, y no pude parar hasta terminar el relato... Las cosas bien escritas han de ser reconocidas!!
 
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zoyghoul

Active member
Antes de continuar: gracias por vuestras lecturas y comentarios.

La reina del lago

Las brasas, casi consumidas, crepitaban a cada gota de grasa que aún caía de los restos del jabalí ensartados en el espetón. Había sido cocinado según una antigua receta familiar, cuya mezcla de hierbas aromáticas y cristales de sal marina formaba una sabrosa costra crujiente alrededor de la carne, roja y fibrosa.

Durante toda la tarde, Zoyghoul y Diron se habían turnado en la pesada tarea de asar la pieza, haciéndola girar sobre las llamas y aunque apenas probaron bocado, dieron buena cuenta del vino que los comensales les acercaban con frecuencia para aliviarles el calor. Cuando el festín concluyó, la luna se encontraba ya en su punto álgido. Diron arrancó una tira de carne con la ayuda de su puñal y se la ofreció a su amigo.

-¿Vas a ir al lago?

Por un momento, Zoyghoul no supo a qué se refería. Diron señaló el camino que se adentraba en el bosque.

- Desde que a Dulce escapó de la fiesta, pareces un perro de caza justo antes de que le suelten la cuerda. En tu lugar me daría prisa. No creo que Tineya, la severa, tarde en salir en su busca.

Diron no exageraba: la última vez que Tineya castigó a su hija, Dulce no pudo salir de su casa del árbol en dos ciclos lunares… ¡Y tan solo por sorprenderla en compañía de Zoyghoul leyendo un libro! Algunos decían que el padre de Dulce había abandonado a Tineya por su carácter histérico, otros, por el contrario, afirmaban que el elfo era un mujeriego aventurero y que, al quedar Tineya embarazada de la niña, huyó asustado por el compromiso. Dulce, tal y como había compartido con Zoyghoul alguna vez, había llegado a la conclusión de que su madre tan solo trataba de protegerla. No quería que nadie le rompiera, también, el corazón a su hija. Pero ahora la niña había crecido y empezaba a marcar su territorio y Tineya no tenía más remedio que aceptarlo.

Zoyghoul se despidió de Diron y tras asegurarse que nadie reparaba en él, se adentró en el bosque. Por las noches, el camino quedaba iluminado por antorchas, dispuestas cada cincuenta pasos, pero aún sin ellas, el bosmer habría llegado sin dificultad hasta el lago. Dulce y él llevaban ya mucho tiempo viéndose a escondidas en aquel lugar.

Le extrañó no encontrarla donde siempre: sentada sobre la gran piedra a la que ellos, desde niños, llamaban el trono. Sentados en la peculiar roca, fantaseaban con que un día, él sería coronado rey del bosque y con la bendición de Y’ffre, tomaría a Dulce como esposa.

Zoyghoul llamó a Dulce varias veces sin obtener respuesta. Supuso que la elfa, cansada de esperar, habría regresado al pueblo pero, cuando se disponía a hacer lo mismo, unos helechos aplastados llamaron su atención. Al examinarlos de cerca, descubrió horrorizado que las hojas estaban manchadas de sangre y que justo al lado, tan cierto como que el aire se negaba a llegar a sus pulmones, había una gigantesca y reciente huella de troll.
 
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Neolys

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Sinceramente... no tengo palabras para describir el relato, espero que continúes escribiendo.
Ánimos!

Neolys Syluth
 
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Vladir

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Muy buenos los 2 relatos zoyghoul, la verdad es que se te da bastante bien esto eh, a ver cuando posteas el siguiente !
 
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zoyghoul

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De nuevo muchas gracias por vuestras lecturas y comentarios.

No sé cuántos seguís la historia, o si simplemente, cuando veis el mega-tocho, lo cerráis asustados en el acto, lo que me hace dudar si no sería buena idea, separar el relato en posts diferentes tal y como han hecho algunos compañeros. Ya me diréis cuál creéis que es la mejor opción.

Espero que disfrutéis la mitad de lo que yo lo estoy haciendo al escribir esta historia.

Te veo...


Diron despertó sobresaltado. Desde hacía ya un tiempo, la pesadilla se repetía todas las noches, cobrando tal intensidad y realismo que en ocasiones había amanecido empuñando sus espadas y con el mobiliario de su modesta habitación totalmente destrozado.

Cada vez con mayor precisión, podía recordar detalles sobre la extraña arquitectura de las ruinas, los arcos elevados sobre la gran puerta de hierro negro, decorado con el detalle forjado de un cráneo envuelto en llamas. Tras cruzar la entrada, unas resbaladizas escaleras de piedra descendían a un amplio pasillo. A ambos lados del mismo se abrían oscuros umbrales a los que ni tan siquiera se atrevía a asomar y desde los cuales surgían terribles alaridos. La única razón para que Diron siguiese adelante, adentrándose en las ruinas, era que, de forma clara, escuchaba en su cabeza una voz familiar repitiendo su nombre una y otra vez. Llamándole.

No había hablado con nadie acerca de ello. Ni siquiera con Zoyghoul.

Aún inquieto por la pesadilla, Diron se asomó al balcón de su casa en el árbol. Vivía solo. Sus padres habían muerto al comienzo de la aún vigente Guerra de las Alianzas y él había heredado la casa en cuanto tuvo edad para hacerlo. Le producía un gran dolor ser incapaz de recordar sus rostros. Según sus tíos, su madre, Laraen, poseía el don de la videncia. Cuando Colwhen se alistó, Laraen tuvo una visión mostrándole la muerte de su esposo y partió con él dispuesta a protegerle o a correr su misma suerte. Ninguno regresó. Diron creció a cargo de sus tíos y sobre todo gracias a la ayuda de los padres de Zoyghoul. De hecho, la madre de su amigo les había amamantado a ambos.

Al pensar en su amigo, miró por instinto en dirección a su casa, junto al taller de arquería del pueblo donde Azën, el padre de Zoy, trabajaba a diario. Le sorprendió comprobar cómo la antorcha frente a la casa seguía prendida. Sabía que Zoyghoul se encargaba por costumbre de apagarla si era el último en ir a dormir. Podía tratarse de un olvido debido a la estupidez que embotaba a su amigo por culpa del amor a Dulce. O podía ser que el elfo no hubiera regresado. Sin saber por qué, un escalofrío estremeció a Diron hasta la nuca, erizándole el vello.

**********************

- Te veo

Cada vez que el maestro Ramatriste pronunciaba esas palabras venían seguidas del estallido de un golpe de vara. El maestro cazador se tomaba muy en serio sus lecciones y la de camuflarse era para él de vital importancia para los futuros cazadores. El maestro no se cansaba de repetir que los bosmer no aprendían a esconderse, sino a desaparecer. En ocasiones esa era la diferencia entre morir y vivir. Y ésta era, sin duda, una de esas ocasiones.

Zoyghoul rememoraba las lecciones de su maestro mientras controlaba su agitada respiración. Permanecía inmóvil, la capucha echada sobre medio rostro, convertido en una roca más entre las paredes de la gruta.

Seguir el rastro del troll había sido fácil. El terreno era húmedo y las huellas recientes. No en vano, entre todos los jóvenes bosmer, él era el alumno más aventajado. Durante el seguimiento, Zoyghoul agradeció a Mara no hallar ninguna señal de que Dulce hubiera sido devorada. Aquello significaba que el monstruo la llevaba a su cubil y aunque el tiempo corría en su contra, le daba alguna oportunidad de salvarla. Seguir a un troll a su guarida, aunque sea para rescatar a la mujer que amas, es una auténtica locura. Adentrarte en la guarida armado tan solo con un arco y un puñal de caza, es, además, un suicido. Zoyghoul entró en la cueva midiendo con cuidado sus pasos para amortiguar el sonido. Al fondo, tras un recodo de la gruta, se distinguía el fulgor danzante de una hoguera. Le sobresaltó un golpe metálico seguido por un gruñido espantoso. Sin poder evitarlo, imaginó al monstruo preparando torpemente los utensilios para devorar a Dulce.

Lo que nunca pudo imaginar el elfo, era que un segundo troll eclipsara con su monstruoso corpachón la entrada de la caverna. De un salto, Zoyghoul se ocultó entre las rocas de la pared justo cuando la horrible criatura entraba en la cueva. A medida que se acercaba a su escondite, el creciente hedor a podredumbre le dificultaba el respirar. Las piernas del bosmer comenzaron a temblar, traicionándole y entonces resonaron las palabras de Ramatriste en su cabeza: “Te veo”

Ninguna vara descendió esta vez para castigar su torpeza. En su lugar, el troll se volvió hacia él, tan cerca, que el bosmer no pudo evitar masticar el pútrido aliento que emanaba. La sorpresa apenas duró lo que tardó el monstruo en esbozar una babeante y cruel sonrisa y por primera vez desde la luna de su nacimiento, Zoyghoul supo qué significaba el miedo.
 
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Neolys

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Genial! y con ganas de más!

Respecto a tu pregunta... yo te diría que los juntes, cada día compruebo el post por si continuas el relato pero la mayoría de veces son respuestas... para todos, incluso para ti (pienso yo...) seria más fácil si lo juntaras.

Decidas lo que decidas, aquí tienes un fiel lector!

Neolys Syluth
 
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Buhoo

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Me ha gustado mucho tu relato, bien expresado y dinámico. Es increíble como con unas pocas palabras, el lector, puede imaginar claramente la escena y obtener las pinceladas de personalidad de los personajes. ¿Darás más peso a la acción, al romanticismo? Leyendo el giro inesperado de la suerte que ha acontecido a Dulce.... Esperó leer más.


(Que no te apodere el ansia del desenlace, todo tiene su tempo y nos hará disfrutar aún mas de tu relato)
 
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zoyghoul

Active member
Éste es más largo de lo habitual, pero al ser un capítulo de acción, no creí correcto dejarlo a medias. No me cansaré de agradecer vuestras lecturas y comentarios. Así que gracias a Buho, Vladir, Vitolas, Derlan88, Varelys y muy especialmente a Neolys Syluth, mi fiel lector! :wink:

La mejor de las muertes


Sin duda su cabeza sería ahora un amasijo de sesos y huesos triturados, si Zoyghoul no se hubiera apartado a tiempo, rodando por el suelo. En lugar de eso, el tremendo puñetazo del troll impactó contra la pared de la gruta, causando una nube de polvo y rocas. Zoyghoul, rodilla al suelo, tensó el arco y apuntó por instinto. El troll se volvió hacia el bosmer con un rugido. Se encontraba demasiado cerca del monstruo para armar una segunda flecha si erraba la primera.

Cuando su atacante se abalanzó contra él, Zoyghoul corrigió la postura, ladeándose hacia la pierna avanzada del monstruo y disparó. Era la primera vez que usaba las técnicas aprendidas de combate cerrado y jamás imaginó que los movimientos fluirían en él con tanta naturalidad. Como el bosmer pretendía, el flechazo a bocajarro se clavó con tal potencia en el hombro del troll, que la bestia, impulsada por su propia fuerza, perdió el equilibrio y cayó al suelo a varios pasos de distancia del elfo.

Zoyghoul se disponía a preparar de nuevo el arco, cuando tras él, desde el fondo de la cueva, adivinó la llegada del segundo troll. Si el otro se recuperaba se vería rodeado por ambos lados. Podría aprovechar para pasar junto al que se interponía entre él y la salida de la gruta, aún aturdido por su flecha y escapar, pero sabía que hacerlo significaba condenar a Dulce a morir.

Movido por la desesperación, optó por algo temerario: corrió directo hacia su atacante a la vez que gritaba. El gigantesco troll, sorprendido al ver venir tan decidida a la que suponía una presa fácil, frenó su carrera dispuesto al combate. Pero Zoyghoul no se detuvo, sino que usando la rodilla del monstruo como peldaño, saltó sobre la espalda del troll y se impulsó hacia adelante, sobrepasándolo por encima. Amortiguó la caída con una voltereta y escapó hacia la luz danzarina de la hoguera, en las profundidades de la caverna.

- ¿Zoy?

La bosmer, sentada contra la pared, no daba crédito a lo que estaba viendo. Dulce presentaba un triste aspecto, con el pelo ensangrentado pegado al rostro. Su embobada expresión de sorpresa, hubiera hecho reír a Zoyghoul sino fuera por los dos trolls enfurecidos que le pisaban los talones. Por fortuna, se estorbaron entre ellos dando al elfo un tiempo precioso.

- ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte? – inquirió Zoyghoul mientras trataba de ayudarla a hacerlo.

Dulce se palpó la cabeza. La sangre se había secado y taponado la brecha. Se puso en pie dolorida, pero preparada para presentar batalla. Zoyghoul tensó el arco y buscó un objetivo. Sabía que las posibilidades de abatir un troll con sus flechas eran tantas como las de enseñarles a leer y a escribir, pero era lo único que tenía y le hacía sentirse más seguro empuñar su arma. Disparó apuntando al rostro.

La flecha se clavó en la mejilla del troll. Era la segunda que recibía la bestia y aunque la otra herida ya no sangraba, aún conservaba la caña emplumada clavada en el hombro. A pesar de la escasa fortuna del disparo, el impacto detuvo por un segundo al monstruo. El otro, incapaz de evitarlo, chocó contra la espalda de su congénere, derribándolo, antes de proseguir con su embestida.

Ni siquiera vió llegar el golpe. Mientras recargaba el arco, un tremendo manotazo lanzó al bosmer por los aires. Zoyghoul pensó que la pared de la gruta se le venía encima, momentos antes de estrellarse contra la roca como un muñeco de trapo. Los oídos le pitaban y era incapaz de ver con claridad. Al tratar de levantarse, descubrió horrorizado que frente él se alzaba el imponente troll y que en sus manos levantadas sostenía una gran roca, dispuesto a aplastarlo como a un insecto.
El troll soltó un agónico alarido, dejó caer la piedra y se apartó de un salto: estaba cubierto por las llamas. La bestia se revolcaba por el suelo, chillando.

Dulce se hallaba en pie frente a Zoyghoul. Había usado una rama prendida de la hoguera y el abundante pelaje del monstruo había ardido con facilidad. Al verla ofreciéndole la mano para ayudarle a levantarse, Zoyghoul, se sintió como un niño frente a los serenos ojos verdes de su amada.

- Salgamos de aquí- apremió Dulce

Lo vió justo a tiempo. Zoyghoul apartó de un empujón a Dulce y fue a él a quien el troll arrolló. Antes de poder recuperar el aliento, el troll lo levantó del suelo y usando sus imponentes garras comenzó a estrujarlo. Sin fuerzas para liberarse, Zoyghoul notó como las costillas comenzaban a quebrarse como ramitas secas. El rostro del elfo enrojecía bajo la sádica mirada del troll. La bestia no parecía dispuesta a matarlo en el acto, sino que estaba saboreando su venganza.

- ¡Zoy! ¡No!

Empuñando la rama, Dulce se abalanzó contra la bestia, dispuesta a repetir el truco, pero el troll la apartó de un manotazo. Aturdida, la bosmer quedó sentada en el suelo, muy cerca del troll chamuscado que comenzaba a levantarse y con la improvisada antorcha lejos de su alcance.

Zoyhoul aprovechó la distracción para tomar cuanto aire pudo. Cuando el troll quiso aplastarlo de nuevo, el bosmer arrancó la flecha incrustada en el hombro de la bestia y con ambas manos, se la clavó con todas sus fuerzas en un ojo. Ni siquiera gritó. El troll se limitó a soltar lentamente a Zoyghoul y a caer de rodillas, antes de morir.

El otro se había puesto ya en pie tras Dulce. La elfa se arrastraba por el suelo, incapaz de huir. Zoyghoul dio un paso hacia ella y cayó al suelo, maltrecho. Luchaba por mantenerse consciente cuando le pareció descubrir una sonrisa de despedida en el rostro de Dulce. Zoyghoul decidió que si le dieran una muerte a elegir, sería sin duda bajo esa mirada como último recuerdo.

El repentino alarido resonó en la caverna como un trueno. Montado a horcajadas sobre el monstruo, Diron se sujetaba a la empuñadura de sus dos espadas, hundidas hasta el guardamanos en la espalda del troll. Cuando la bestia giraba violentamente sobre si misma para desprenderse de su inesperado atacante, una flecha apareció en el cuello del troll, luego otra y otra más. A punto de perder el conocimiento, Zoyghoul descubrió, al otro lado de la gruta a Azën, su padre, tensando de nuevo su arco… luego cerró los ojos y dejó que la oscuridad le arrastrase a un profundo sueño.
 
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Neolys

New member
Fantástico! un capitulo de acción de los buenos! y encima nos dejas con el gusanillo del que sera... sera...
Creo que no leeré el post durante unos días para poder leérmelo de golpe! :wink:(es broma)

Sigue así!

Neolys Syluth
 
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Niebla

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Me está gustando bastante, ya te dije el sábado que tienes una habilidad muy buena para escribir. Realmente, desde el primer libro de Eragon, no disfrutaba tanto leyendo.
> Creo que a ninguno le disgustaría que pusieses capítulos así de largos, sin importar la situación de tu personaje...

Sólo espero poder aprovechar tus dotes para aplicarlas al rol; seguro que entre esto y tus dotes de guionista saldría un resultado MUY bueno.

Un saludo, y nos vemos en Tamriel.


 
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zoyghoul

Active member
;) ¿No queríais uno largo?... :p

Una obra maestra


Una gran humareda invadió el taller cuando Azën, usando un grueso guante de pieles remojadas, abrió la portezuela metálica del hornillo. Éste no era más que un simple compartimento de piedra sellado, sobre el que ardía una hoguera. Así conseguía deshidratar la madera de la forma correcta, sin quemarla en el proceso. El maestro arquero, apartó la gruesa rama de tejo y la observó satisfecho. Era un material difícil de conseguir, puesto que ningún bosmer osaría jamás quebrantar el Pacto Verde y ofender a Y'ffre talando un solo árbol del bosque de Valen. Cuando la estación de las nieves dejaba paso al buen tiempo, Azën viajaba fuera del bosque, hacia Elsweyr, hogar de los khaiijitas, donde comerciaba por la mejor madera para desempeñar su oficio.

Tras depositar la rama sobre la mesa de trabajo, comprobó la longitud de los hilos de tendón y aunque el tejo ya contaba con la flexibilidad ideal, respaldarlo con las hebras aún lo dotaría de una mayor resistencia y durabilidad. Utilizando un cepillo de cuchilla, Azën comenzó a descortezar.


**************************

Al abrir los ojos, la luz entró por ellos como una bofetada. La habitación parecía dar vueltas y Zoyghoul tardó en descubrir a Diron, sentado junto a su cama.

- Jamás creí que nadie pudiera dormir tanto- bromeó Diron- Ni siquiera un oso.

- ¿Dulce? - preguntó Zoyghoul en un balbuceo

- ¿Dulce? ¿Y qué tal si empiezas con un " Buenos días, Diron, gracias por salvarme la vida"? Dulce...

Zoyghoul trató de levantarse, para caer de nuevo sobre su cama. El bosmer observó que tenía el torso envuelto con un ajustado vendaje y por primera vez detectó el intenso olor a linimento de hierbas sanadoras que impregnaba toda la habitación.

- Dulce tiene la cabezota más dura que la tuya. Ha venido a verte todos los días y no sé si es ella, o su madre, pero hacen unos pastelitos increíbles. Deja que te ayude.

Diron levantó con cuidado a su amigo y lo puso en pie. Aunque el dolor mordía desde las costillas hasta el cuello, Zoyghoul comprobó aliviado que podía caminar por si mismo.

- Diron... gracias por salvarme la vida.

- Eso está mucho mejor.


**************************

Lyrana llenó por tercera vez el cuenco de su hijo. Había cocinado el guiso favorito de Zoyghoul, a base de huevos revueltos y carne de ciervo, macerados en un caldo gelatinoso, especiado y picante. Diron eructó satisfecho y Lyrana disimuló su orgullo de cocinera con una mirada severa. Zoyghoul esbozó una sonrisa; la situación se había repetido exactamente igual desde que eran niños.

En una ocasión, Lyrana tuvo que aclarar a su hijo que Diron no era de verdad su hermano. Pero su madre se equivocaba. Puede que nunca compartieran el mismo vientre, pero Diron y él, habían hecho un juramento frente al Árbol Reluciente. El mismo lugar donde se acudía para cerrar tratos sin necesidad de contrato alguno. Romper un pacto pronunciado frente al árbol, era tan grave como ofender al mismísimo bosque. Así que para él, Diron era y seguiría siendo su hermano. Hasta el día que murieran.


********************

- Golpead, esquivad, desapareced. Salid de las sombras y volved a ellas. Nadie puede golpear una sombra- dijo Ramatriste – Justo aquí y aquí, donde la armadura se separa y deja que vuestras cuchillas entren… ¡Aceptad la invitación!

Los jóvenes bosmer, enfrentados de dos en dos, trataban de alcanzarse con espadas y dagas embotadas, para no lastimarse.

-¡Así no! Golpead y retiraos. ¿Creéis que podéis parar un martillo de combate cuando caiga sobre vuestras cabezas? Estáis muy…

El maestro interrumpió su arenga cuando vio acercarse a Diron y Zoyghoul por el camino que conducía desde el pueblo, al claro que usaban como zona de entrenamiento.

- ¡Zoy¡ - gritó una voz

Dulce arrojó al suelo su espada sin filo y corrió al encuentro del bosmer. Saltó sobre él, derribándolo. La elfa le besó repetidamente en el rostro y en los labios, sin darle ninguna oportunidad para oponerse. Si no fuese por el tremendo dolor que le recorría la espalda, hubiera sido el día más feliz de la vida de Zoyghoul.

- ¿Estás bien? – preguntó Dulce

- Estoy vivo – respondió Zoyghoul- pero por poco tiempo si sigues encima mío.

Dulce, sin poder contener las lágrimas, besó de nuevo al bosmer. Zoyghoul le secó el rostro con delicadeza y la abrazó contra su pecho.

- ¡Oh! ¡Vamos! ¿Queréis parar de una vez? – se quejó Diron- Estamos aquí.


- Es así como ha de hacerse – dijo Ramatriste y nadie sabría asegurar si se refería al ejercicio de combate que algunos continuaban practicando, o al reencuentro entre ambos enamorados.


*************************

Como Diron, por petición del maestro cazador, se quedó para ayudar en las demostraciones de combate, Zoyghoul hizo sólo el camino de regreso. A medida que se acercaba al pueblo admiró las estructuras naturales de bulbos gigantescos de cierto árbol, sin duda regalo de Y’ ffre al acogerlos, que los bosmer utilizaban como hogar. Amplios y frescos en las épocas calurosas y lo suficientemente resguardados como para no padecer las inclemencias del tiempo en épocas de tormenta. Ahora el pueblo había crecido y se dejaban ver algunas cabañas de piedra alrededor de los árboles centenarios. Zoyghoul se acercó a la puerta del taller de su padre.

El olor a resina y cola resultaba reconfortante y familiar. Aunque el taller de arquería siempre había pertenecido a su familia, desde que Azën trabajaba en él, había adquirido una gran reputación, más allá incluso de las fronteras del bosque de Valen.

Al entrar, Zoyghoul vió como su padre se afanaba sobre la mesa de trabajo. Se acercó hasta él y descubrió el excedente de tendones que su padre había estado utilizando. Le llamó la atención el grosor de los mismos, muy diferentes a los qué el mismo había utilizado cuando su padre se empeñaba en enseñarle el oficio.

- Tendones de troll – dijo Azën sin levantar la cabeza.- También he usado sus huesos para unir las láminas.

Zoyghoul admiró el arco al que su padre se afanaba en coser la empuñadura. Empleaba una pieza de cuero curtido, del que no le costó adivinar el origen.

- Si no hubieseis llegado a tiempo… - comenzó a decir

- ¿La amas?

- Con todo mi ser.

Azën asintió en silencio. Levantó el arco y sopesó su equilibrio usando la palma de su mano. Parecía satisfecho.

- Tu madre tendrá que hablar con Tineya.

Entre los bosmer, era costumbre que las mujeres se encargaran de los enlaces y Zoyghoul sabía que la madre de Dulce no lo pondría fácil.

- No te preocupes – adivinó Azën- Se entenderán bien. Tu madre sabrá qué decir. Además, salvaste la vida de su hija y ella lo sabe.

Azën dejó el centro de la empuñadura sin bordar y señaló una caja de metal negra, sobre una estantería.

- Acércame eso de allí.

Zoyghoul le entregó la caja. Tenía una extraña cerradura en forma de árbol. No recordaba haberla visto nunca.

Azën se desató el medallón que siempre llevaba al cuello, una retorcida filigrana de metal y la introdujo en la cerradura. Al abrirse, emanaba de la caja un fulgor azulado. El maestro arquero sacó una runa iridiscente y la aplicó al arma. Todo el arco pareció cambiar de color: la madera pasó del color claro de las vetas del tejo, a impregnarse de un azul brillante.

- ¿Cómo lo has hecho?

Sin responder, Azën ligó una cuerda trenzada a un extremo del arco, luego lo apoyó en un hueco en el suelo para ayudarse a flexionar las láminas y atar la cuerda por el lado opuesto. Se secó el sudor de la frente con su mandil. Azën ofreció el arma terminada a su hijo.

Zoyghoul dudó por unos instantes antes de tomar el arco en sus manos.

- Ya es hora de que tengas uno de verdad.

- Es… magnífico – balbuceó Zoyghoul

- Ahora debes encontrarle un nombre. No sirve uno cualquiera: haz que el arco se lo merezca.
 
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Neolys

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En dos palabras..Im-Presionante... he disfrutado de este como de cada uno de los demás! sigue así! no puedo esperar a leer el próximo!

Neo
 
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