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Vida y muerte de Catherine Bernadotte (relato)

Gruendorf

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Hola! Os presento una pequeña historia para Vampiro: La Mascrada, sí, ya se que no es elder Scrolls Online, pero un amigo me ha animado a colgarla aqui, ya que en otro sitio poca gente la leeria, espero que disfruteis leyéndola, almenos una fracción de lo que disfruté yo escribiéndola:



Se abalanzaba sigiloso sobre su presa, con los ojos fijados en ella, ausente del resto. Observando a ese ser inferior gimoteando, reclamando su existencia. Ignorante ante el peligro, ante el mundo. Cuando estuvo a un palmo lanzó su lengua negruzca y la alcanzó. En unos segundos la sangre brotó a borbotones llenando su boca y escurriéndose entre sus dientes. El camaleón engulló la cría de ratón y se quedó inmóvil. Catherine observaba la escena con los pies sobre el escritorio y “wishky on the rocks” en su mano. La chica era un ángel que aún no había cumplido los treinta. Tenía un cuerpo de infarto pero estaba a punto de echarse a perder, eso pensó mirando el vaso, y eso le hizo recordar por qué empezó a beber -“Vamos Cath,” se dijo “es demasiado temprano para esto…”. Dio un trago eterno a su vaso y lo metió en el primer cajón. La puerta de la pequeña oficina se abrió para dejar entrar la luz matutina de Ottawa. Catherine bajó los pies del escritorio y entrecerró los ojos intentando distinguir alguna figura en la luz. El infernal ruido del tráfico se incrustó hasta su cerebro y le dio un gancho a su resaca. Antes de que el dolor de cabeza cediera escuchó una voz: - “Buenos días ¿Señora Bernadotte?” Había entrado un hombre de color, un negro si estamos en confianza. Llevaba una carpeta cogida con las dos manos, junto al pecho. - “Señorita Bernadotte, si no le importa ¿En qué puedo ayudarle?” Dijo ella mientras hacía un gesto al hombre para que tomara asiento. - “Es mi mujer,” El hombre se quedó de pie haciendo caso omiso de la invitación. - “ha desaparecido.” Le ofreció la carpeta. Dentro había algunas fotos de la mujer. Catherine las miró mientras pensaba - “Otro caso de cuernos ¡Vaya novedad!” Hacía tres meses que había abierto el negocio y hasta ahora habían venido cinco maridos preocupados, cuatro de los cuales habían pagado a una mujer para que les dijera que las suyas se estaban acostando con otros hombres. Hizo los deberes con el marido: ¿Enemigos? ¿Posibilidad de fuga? ¿Comportamiento extraño últimamente? ¿Contactó con familiares de ella? Anotó lo que le pareció útil y le dijo que le llamaría cuando la encontrara.
-“Vaya, vaya…” Alguien descolgó el teléfono al otro lado - “Catherine Bernadotte, pensé que te habías roto las dos manos y no podías usar el teléfono… ¡Hace siglos que no hablamos! Al final no has podido resistirte ¿eh? ¿Vas a aceptarme esa copa?” - “Déjalo ya Carl” replicó ella. - “¡Oh, vamos! ¡Ya no somos compañeros de trabajo!” Dijo él. Tras unos segundos en silencio Cath respondió -“De trabajo quería hablarte precisamente…” Le explicó a su antiguo colega como en tres días no había encontrado ninguna pista sobre el paradero de la mujer, simplemente no había rastro en Ottawa. Carl le sopló que en Montreal habían desaparecido más de veinte personas en las últimas dos semanas y que los seis que habían encontrado parecían haber pasado por un infierno antes de aparecer muertos. Parecía preocupado - “Oye Cath, a esa gente les faltaban partes de su cuerpo ¿Entiendes? Esto es serio, y tú… tú ya no eres poli. Estás sola en la calle y no puedes ir de “llanero solitario” por ahí.” “Tú ya no eres poli.” Esas palabras empezaron a retumbar en su cabeza, y su propia memoria la asaltó.
Hacía dos años que había dejado el cuerpo, tras el incidente en River Street… - “Aquí la agente Bernadotte, estoy siguiendo a alguien que encaja con la descripción del sospechoso. Ha entrado en la destilería abandonada de River Street. Solicito refuerzos. Corto.” Guardó su radio y entró tras él. Lo recordaba como si hubiera sido esa misma mañana. El lugar era sombrío, solo entraba la luz por los agujeros de una claraboya. El olor de humedad se mezclaba con el del orín y el alcohol barato de los vagabundos que solían usar la nave como refugio. Se escuchó un ruido metálico, el eco provocó un estruendo y una bandada de cuervos voló despavorida del lugar como si les fuera la vida. Después de caer de culo y agradecer que nadie estuviera allí para verla, Catherine se dirigió al origen del ruido. Al fondo de la destilería había una puerta abierta y al otro lado una estantería metálica yacía en el suelo, como si hubiera estado atrancando la puerta desde dentro. Encañonó el umbral de la puerta y lo atravesó con cautela. En la habitación el techo no era tan alto como en el resto de la nave. Una viga la atravesaba y de ésta colgaba una cuerda, y de ésta un hombre sin vida. Un haz de luz entraba por la ventana para iluminar la escena y mostrar los detalles del interrumpido festín de los cuervos. Enfrente del cadáver estaba el sospechoso observándolo bien cerca. Catherine le apuntó con su arma - “¡Ponga las manos en alto y dese la vuelta!” dijo imponente. El sospechoso le obedeció pero mientras se daba la vuelta le dijo -“Estas cometiendo un grave error” e intentó buscar algo en su chaqueta. Pero Cath no iba a jugársela. Un disparo al brazo derecho, el segundo fue al pecho. Fue entonces cuando llegaron las sirenas. El sospechoso se desangraba en el suelo pero aún tenía el arma en su chaqueta. Catherine lo puso panza arriba con el pie, sin dejar de apuntarle, y se dispuso a desarmarle. Su culo hecho de cielo volvió a estrellarse contra el suelo, soltó su arma y dijo - “Lo… lo siento…” Miró la placa que había sacado del bolsillo del poli que moría a su lado… - “¿Cath? ¿Sigues ahí?” preguntó Carl. Catherine miró su móvil por un instante - “Eh, sí…Sí. Entonces… ¿Sigue en pie lo de invitarme a cenar? No te hagas ilusiones, tengo que ir a Montreal de todos modos…”
Una vez allí no le costó nada camelar a Carl para que le acabase hablando del caso, incluso le enseñó fotos. La conexión entre los cuerpos que habían encontrado era las pequeñas mutilaciones que estos presentaban, aparte de esto el último mostraba unas marcas, unos símbolos, que estaban encaminando el caso. Según lo último que Carl había oído todo se trataba de una especie de rituales vudú, así que tenían que encontrar a un asesino en serie que usaba partes de sus víctimas para hacer magia negra. Parecía de película. Si no fuera por los símbolos Cath habría pensado que se trataba de algún tarado, un caníbal sibarita o algo por el estilo.
El garito parecía abandonado a simple vista pero se notaba que entraba y salía gente de allí todos los días. -“Un taller de tatuajes, buen intento.” Catherine estuvo hurgando un rato la cerradura con sus ganzúas hasta que consiguió abrir la puerta. Dentro estaba totalmente oscuro. Sacó su linterna, la encendió y algo le golpeó la cabeza… La cabeza le daba vueltas cuando se despertó, como si llevara años sin una copa y tuviera una resaca de narices… joder necesitaba una copa. No alcanzaba su petaca, estaba maniatada. “¿Qué ?” Entonces lo recordó, le habían golpeado y la habían llevado hasta ese zulo. Sin duda iba por buen camino para resolver el caso… Los gritos y los disparos la trajeron de vuelta a la realidad. Sonaba una guerra afuera. Estaba acurrucada en el suelo, impotente con las manos a la espalda, reflexionando acerca de lo lejano y ridículo que sonaba ahora aquello le dijo a su madre cuando dejó de estudiar derecho “¡No puedo luchar desde un despacho!” Cath escuchó un ruido al otro lado de la puerta, como si alguien estuviera hurgando en el suelo. Giró su cabeza para ver entrar por debajo de la puerta una pequeña víbora, y otra, y cuatro más detrás de esas. Catherine no pudo evitar gritar cuando ante sus ojos se empezaron a fusionar y a tomar una forma humanoide. Concretamente parecía un cuerpo destrozado, no tenía piernas y apenas un brazo. De repente ese hombre tosió y escupió sangre. La miró jadeante y ella le miró a los ojos, era incapaz de moverse. El hombre mutilado se arrastró hacia ella, mostró sus colmillos y los hundió en su muslo, a Cath la inundó un placer que jamás había si quiera soñado…
Se despertó en una cama mugrienta, un hambre desconocida invadía su cuerpo. Junto a la cama estaba aquel hombre, ahora entero, que agarraba con su mano la nuca de una mujer. La arrojó sobre la cama y afirmó -“Tienes que alimentarte.” Tenía acento árabe. Catherine se abalanzó sobre ella y justo antes de que le clavara los colmillos la mujer gritó -“¡No por favor! ¡Estoy embarazada!” Esas palabras se clavaron como agujas en el subconsciente de Cath que abrió unos ojos como platos y lanzó a la mujer lo más lejos que pudo mientras empezaba a llorar y vomitar sangre entre gritos de horror. Una vez más los recuerdos lejanos le hacían ver el dolor bien de cerca.
La patrulla llegó a la dirección indicada. La puerta estaba abierta, los dos agentes entraron, - “Llegan pronto, agentes.” Escucharon. En el comedor había un chico amordazado y atado a una silla; y un hombre de pie a su lado. Al chico le habían dado una paliza y ambos estaban empapados en gasolina, medio comedor estaba impregnado de gasolina. El hombre sostenía un revólver y un encendedor. Los agentes se percataron de la situación cuando el olor del comnustible se les pegó en sus gargantas -“Suelte el arma y el encendedor, ahora le tenemos, todo saldrá bien.” Dijo uno de ellos enfundando su pistola. -“Tiene... ¡Tiene que pagar!” Gritó el hombre -“¡Tiene que pagar por lo que le ha hecho a mi hija!” -“Suéltelo todo y ponga las manos sobre la cabeza, ¡Vamos!” Ordenó el otro agente. El hombre siguió apuntándoles y les dijo con voz tranquila -“Salid de aquí, no quiero haceros daño. Voy a hacerlo. Voy a hacerlo aunque me disparéis.” Uno de los agentes le replicó -“No va a hacerlo señor Bernadotte.” Pero lo hizo.
Volvía camino a casa después del instituto. No era fácil ir a clase preñada, joder sólo tenía dieciséis años. Se quedó embarazada por ignorante y sus padres, de lo más católicos, le prohibieron abortar. Volvía camino a casa pensando en esto cuando le salió un tipo al paso -“¿A dónde vas, preciosa?” peguntó burlón. No dio tiempo a que Catherine contestara. Le lanzó la botella de cristal que llevaba a la cara y ella cayó y, sin piedad, la golpeó salvajemente hasta que dejó de gritar. No le robó nada ni le dijo nada más. Cath se despertó tras diez días en coma en un hospital en Montreal. Obviamente perdió al bebé. Tras las investigaciones la policía dedujo que el futuro padre de la criatura, que padecía un grave trastorno mental, había pagado a un sicario para que cometiera tal atrocidad. Antes de que lo arrestaran, el padre de Catherine se tomó la justicia por su mano.
Catherine volvió en sí en la misma cama. Esta vez le había traído un chaval borracho que apenas se tenía en pie, debía ser sábado por la noche. Podía oler la ginebra desde donde estaba, también había tomado algún chupito de tequila… Joder eso sí estaba rico. Tan rico estaba que lo dejó seco. El egipcio entró en la habitación y se llevó las manos a la cabeza al ver el panorama - “¡Oh ! ¿Tenías que cargártelo? Se supone que no estamos aquí ¿entiendes?” Catherine lo intentó pero no entendía nada -“Necesito un trago.” Dijo levantándose hacia su chaqueta. Él intentó disuadirla -“No lo hagas, el sustento de los mortales se convertirá en ceniza en cuanto roce tu lengua. No podrás probar bocado.” Cath miró la petaca -“¡Y una !” bebió y sonrió “¡Ah, joder! Me habías asustado…” Su sire la miró perplejo -“Interesante” dijo “pero aunque puedas beber, no creas que vas a emborracharte con eso si es lo que pretendes. Parece que tienes cierto problema con la bebida ¿eh? ¡Jajajaja!” Catherine se sintió avergonzada. -“Oye, oye, está bien. Mira, me llamo Abdil, ahora tienes que confiar en mí, tenemos que salir de aquí.”
 
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zoyghoul

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Cuando lo he visto he pensado "Joder, qué confuso. Denso como un bosque!" Pero es solo que has pegado directo del word y claro, queda todo apelmazado. Pero tío, cuando lo he leído, me ha importado poco la forma. He respirado el aroma de Vampire y el olor de la sangre, mezclado con cine negro, del de siempre: detective con carácter y un pasado que uno no explicaría a cualquiera.

En resumen: muy bien, camarada! Estaré encantado de seguir leyendo si te animas a continuar. La forma se puede trabajar más, pero el contenido, en mi humilde opinión, apunta maneras... Muy bueno!
 
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Vladir

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Muy bueno gruendorf! por cierto, se que llevo un tiempo sin jugar, pero no me acepto el pago de mi mastercard XD y tendré que hacerme una paypal jeje, ya me vereis por Tamriel de nuevo, te ánimo a seguir escribiendo :smile:
 
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